miércoles, 7 de febrero de 2018

GumPeR enferma (LV - X)

GumPeR se torturaba día y noche por no haber sido capaz de informar al hombre sin nombre del problema. La falta de los códigos maestros le impedía avanzar en su trabajo. No podría retirar el logotipo de la llama verde sin ellos. Debía habérselo dicho, pero no había podido. Sabedor de la temible ira que desataría la noticia. Estaba enfermo y lo que más pesaba en su salud era que cuantos más días transcurrieran hasta que se lo comunicara, más terrible sería la tempestad. Aún sabiéndolo, simplemente no podía hacerlo. Ello solo servía para incrementar de un modo horrible la angustia que sufría. Cada hora caía como una pesada losa sobre su cuerpo. Llevaba días así y sus padecimientos iban cada minuto a más. No comía, no dormía y se había excedido con el fernet a diario desde que hiciera el infausto hallazgo.

Por fin un día, con una buena cantidad de alcohol en el buche, cogió el teléfono y llamó al bosnio, decidido a confesárselo todo. Levantó el auricular y marcó, pero cuando el hombre sin nombre descolgó su teléfono solo escuchó incomprensibles sonidos guturales y gritos de una intensa agonía.

***

En un hospital privado de lujo, el bosnio aguardaba en la sala de de espera particular de la habitación de GumPeR. Los médicos estuvieron dentro lo que para el hombre sin nombre fue una eternidad. La salud del pobre GumPeR se debilitaba y los médicos no sabían por qué. Por fin salieron y hablaron unos momentos con él. Eran malas noticias. No daban un duro por la vida del calamitoso hacker. Por fin, pudo entrar a ver al enfermo. Casi se emocionó al ver el estado en que halló a GumPeR. Este estaba consciente y pareció ponerse peor al verle.

—Tranquilizate Gumersindo. Intenta no alterarte o te pondrás peor. Has sufrido un ictus, pero ya estás a salvo— mintió. —No es nada, en unos días volverás a casa— mintió aún más. Por su parte, GumPeR se esforzaba por mover los labios, pero no conseguía emitir el menor sonido.
—No intentes hablar. ¿No ves que estás intubado? Ya hablarás cuando estés mejor. Relájate y concentrate en recuperarte. A Sentencia le hubiera gustado venir, pero está de viaje— le soltó con ironía. Ambos sabían muy bien donde estaba, y a qué había ido. GumPeR se imaginó siendo el siguiente objetivo del asesino profesional y puso los ojos en blanco.
—¡Ea! No hagas eso. Encima que he venido a felicitarte... Porque has de saber que has salvado la operación al quitar exitosamente el icono ese asqueroso del malware. Muy bien hecho. Te felicito— GumPeR abrió los ojos tanto que casi se le salen los globos oculares de su sitio. El bosnio seguía hablando —Estoy muy orgulloso de ti. Hace unos meses, casi llegué a arrepentirme de haberte sacado del arroyo y dirigir tus pasos al cibercrimen, pero ahora no puedo estar más satisfecho— GumPeR en su interior sabía que él no había hecho nada. «No se puede sin los malditos códigos.» Cerró los ojos y empezó a verlo todo negro. Estaba sufriendo una recaída.

El hombre sin nombre estaba aún allí cuando sonó una alarma en alguna parte, vinieron enfermeras y médico y le echaron de allí sin muchos miramientos. Salió, se puso el abrigo y se marchó.

GumPeR había entrado en parada cardio-respiratoria. Pero antes de perder la consciencia por completo, todavía pensó: «Si yo no he podido retirar el icono... y L0pthR está muerto... Entonces ¿quién ha podido hacerlo?


***

David estaba hablando por el móvil con Sveta.
—¿Entonces cuándo llegas?
—Aún estoy el pequeño aeropuerto de Apartadós. Haré escala en Medellín y luego volaré a Madrid. Solo ese vuelo toma casi diez horas. Nos veremos mañana. Tengo algo para ti— cuando dijo eso se echó mano al bolsillo y extrajo la memoria SD. La sostuvo en los dedos un momento, preguntándose qué contendría y si aquello aportaría luz al misterio de la llama verde.

***

Un taciturno Sentencia que también aguardaba su vuelo, no le quitaba ojo a David y a la tarjeta SD que sostenía entre sus dedos.

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